La Amazonia es un lugar tan extenso como los EEUU aunque no seamos conscientes de ello incluso inmersos en sus profundidades y su caprichoso clima es totalmente impredecible y singular. Las impresionantes inundaciones han azotado prácticamente toda la región en 2009, algo que ni los más ancianos del lugar recuerdan. A finales de la época de lluvias, desde finales de mayo hasta principios de junio, éstas parecen no querer despedirse definitivamente, en una extraña mezcla de añoranza y cabezonería.
El río Amazonas es inmenso se le mire por donde se le mire, ostentando el título de más caudaloso del planeta, con distancias entre orillas que, en algunas ubicaciones, superan los 50 kms y en su desembocadura alcanzan los 330 kms. Sus aguas turbias, similares a un enorme batido de chocolate, pueden ser letales si se ingieren, a diferencia de la de sus afluentes mucho más oscuras e inocuas.
Donde hay agua hay vida y en la Amazonia esta afirmación cobra más fuerza, si cabe, que en cualquier otro lugar. La vida, infinita, se manifiesta en todas partes con una diversidad y frondosidad que marca la retina de sus insignificantes visitantes: flora y fauna sin fin. Caimanes, perezosos, monos, anacondas, delfines, aves, insectos y tantos animales cuya existencia ni sospechamos se dan cita en este inabarcable territorio. El pulmón del planeta vive de día y vibra de noche en un fantástico equilibrio cuyo silencio solo es interrumpido por los sonidos propios de la selva.
Conocer este peculiar mundo comienza a ser una realidad cuando nos adentramos a pie por sus tierras abarrotadas de tupida vegetación que, en algunas ocasiones, es preciso fracturar a golpe de machete con el único fin de seguir avanzando. Caminar es una trepidante experiencia donde los sonidos, la vegetación, el agua y los animales se entremezclan con el sudor y el esfuerzo de aquellos que deciden recorrer sus sendas, engullendo a aquellos que se aventuran en su inmensidad.
La lluvia es una genuina experiencia en la selva tropical. La vegetación puede llegar a ser tan tupida que oiremos las gotas de agua golpear la arbolada sin mojarnos. Pasado un tiempo inusitadamente largo encontrarán el camino hasta el suelo y despertaremos de nuestra atónita e hipnótica espera. Es fascinante comprobar como los hechos más cotidianos adquieren otra dimensión en este macromundo autosuficiente.
Al salir de este amalgama, un recorrido en canoa nos dará una visión global del laberinto de ríos y afluentes que se entremezclan por todas partes en lo que genéricamente solemos denominar Amazonas. Este inmenso puzzle salpicado de vida nos concienciará inevitablemente de nuestro diminuto tamaño y de nuestra intrascendencia sobre todo si, durante nuestro deambular, el agua hace su aparición en forma de tromba tropical y le sucede un sol asfixiante que evapore instantáneamente nuestra ropa empapada.
La Amazonia es exultante hasta límites insospechados pero la grandeza de este impresionante lugar solo se manifestará a los amantes de la naturaleza virgen en su estado puro, a aquellos que no pongan límites a lo que la vida ofrece y a aquellos que quieran seguir aprendiendo, descubriendo y disfrutando. A todos los demás, el impacto puede afectarles hasta donde ni ellos mismos se atreven a imaginar. En cualquier caso, la indiferencia no tiene cabida en este paraíso terrestre.